Aunque existían muchos tipos de lanza, es la
jabalina pesada más usual con 2 m de largo. Formada por un largo
eje de hierro, de unos 60 cm, con punta piramidal y una cola plana. Esta
cola se encajaba en una ranura del mango de madera y se sujetaba con tres
remaches. Se han encontrado otros tipos de jabalina que tan solo se diferencian
en el modo de acoplar la cabeza al mango de madera. En el siglo I d.C.,
se introdujo una jabalina más pesada, con un contrapeso de plomo
justo por delante de donde se agarraba. Diseñada para ser arrojada,
y que la fina punta se clavase en el escudo de manera que el eje de hierro
se doblase quedando prendida, y haciendo el escudo inmanejable o que fuese
devuelta por el enemigo.