Según relata el historiador judío Josefo
en el año 66 d.C. las legiones romanas marchaban según un
orden establecido.
Las tropas auxiliares (infantería ligera, arqueros, honderos
y caballería) marchaban adelantadas para explorar la zona y descubrir
posibles emboscadas.
La vanguardia: unas legión reforzada por un regimiento de
caballería.
Diez hombres de cada centuria, transportando los instrumentos necesarios
para la construcción del campamento.
Los pioneros que despejaban el camino para la columna, eliminando
obstáculos y reparando los caminos si era necesario.
El equipaje del general y sus asistentes, con una fuerte escolta
montada.
El general y su guardia personal.
Las fuerzas conjuntas de caballería (120 jinetes por legión).
Las máquinas de asedio desmontadas.
Los oficiales superiores: legados, tribunos y prefectos auxiliares,
con una escolta de tropas escogidas.
Las demás legiones. A la cabeza de cada una marchaba el portaestandarte
con el águila imperial (aquilifer), rodeado por los
demás portaestandartes, y tras ellos los cornetas. A continuación
venían los legionarios de seis en fondo. Detrás de cada
legión, el equipaje de la misma.
La retaguardia, formada por una fuerza combinada de legionarios,
infantería ligera y caballería.
El ejército completo (cuatro legiones) debía de extenderse
a lo largo de unos 20 km.